Con esto de las redes sociales parece que vivimos de susto en susto. Los creadores de contenido ponen a sus vídeos títulos cada vez más impactantes. Ya puede tratar de cómo hacer una tortilla de patatas a la última reunión de líderes internacionales que siempre parecerá que se va a acabar el mundo en horas. Y si tratan temas De la Iglesia o relativos a la fe ya dan el do de pecho.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Ciertamente este trozo del Evangelio tendría un título en YouTube impresionante: ¡Jesús promueve el suicidio! o alguna estupidez semejante. Pero realmente es un texto muy duro, con muchas implicaciones:
Mirad, es inevitable que haya escándalos y tienen que ser se?alados y sancionados, pero también creemos en el perdón, hasta setenta veces siete. Al que provoca escándalos habrá que hacer justicia, pero también pedir por su conversión, darle la oportunidad del dolor y del arrepentimiento. No basta con tirarlo a la basura, ahora que tanto se habla de la cultura del descarte, para quedar yo limpio. Me gastaré la vida para que el también quede reconciliado con Dios que le creó por amor, le lavó un día con el bautismo, e incluso le inscribió entre sus sacerdotes. Pero ahora todo lo juzgamos como si fuéramos amenas unicelulares y no miembros de un mismo cuerpo que nos duele la enfermedad, el escándalo y la vileza que tristemente vemos en la Iglesia que es el cuerpo de Cristo del que tú y yo formamos parte.
Auméntanos la fe. Señor, concédenos la fe de María que no dudo en juntarse a rezar con Pedro, con Santiago, con Tomás?, aunque habían abandonado a su Hijo al pie de la Cruz. Rezó con ellos y por ellos para que a pesar de su debilidad pudieran confirmar en la fe a sus hermanos. Escándalos habrá, lo triste es que ya no nos duelan.
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