Festividad de Todos los Santos

El 1 de noviembre celebramos la gran Solemnidad de Todos los Santos. Esta fecha es una de las festividades más importantes de nuestra fe y, por lo tanto, es un Día de Precepto.

El horario de misas de la parroquia el sábado, 1 de noviembre, será igual que un domingo y, en la vigilia del 31 de octubre, habrá celebración eucarística tanto en la capilla del puente Santo Domingo (19 h) como en el templo parroquial Bautismo del Señor (20 h).

¿Qué celebramos en la Solemnidad de Todos los Santos?

Esta fiesta no es solo para los santos que han sido canonizados y conocemos por su nombre. La Solemnidad de Todos los Santos celebra a todos aquellos que han alcanzado la visión beatífica y están en el Cielo, en la presencia de Dios.

Celebramos a la Iglesia Triunfante, esa inmensa muchedumbre que, con la gracia de Dios, ha vivido la fe, ha superado las pruebas de este mundo y ahora disfruta de la vida eterna. En esta gran fiesta se incluyen:

• Los santos conocidos: los que están inscritos en el calendario y son modelos universales de vida cristiana.
• Los santos "anónimos": La incalculable cantidad de fieles que, quizás sin grandes milagros ni fama, vivieron una vida de caridad y fidelidad a Cristo: nuestros abuelos, padres, amigos o cualquier persona que, con su vida sencilla, fue un testimonio de fe.

Es, ante todo, una fiesta de la esperanza: nos recuerda que el Cielo es nuestra meta y que la santidad es el camino que el Señor ha trazado para cada uno de nosotros. Nos anima a vivir como peregrinos, sabiendo que tenemos una "nube de testigos" que nos precedieron y rezan por nosotros (Heb 12, 1).

Breve Origen de la Festividad

La celebración tiene sus raíces en los primeros siglos del cristianismo, cuando la Iglesia empezó a honrar a los mártires y a todos los que habían muerto en santidad.

Originalmente, la conmemoración se realizaba en distintas fechas.

Fue el Papa Gregorio III (siglo VIII) quien consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor a todos los santos y fijó la fecha para la celebración universal el 1 de noviembre.

Posteriormente, el Papa Gregorio IV (siglo IX) extendió esta fiesta a toda la Iglesia para que se celebrara el mismo día, coincidiendo también, según algunos historiadores, con un esfuerzo por cristianizar celebraciones paganas preexistentes en estas fechas.