Comentario diario

Firmes en la esperanza

?Sed valientes de corazón los que esperáis en Señor?. Hemos rezado en el Salmo responsorial. En este tiempo de particular dificultad hemos de permitir que resuenen en nuestro corazón estas palabras ¡Sed valientes! No temáis, que ?yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo? (Mt 28, 20). En el Evangelio, Jesús expulsa un espíritu inmundo con sólo una orden: ?Espíritu inmundo, sal de este hombre?. Hemos de pedir con insistencia y serenidad que también expulse de nuestra alma, el espíritu de temor y desesperanza que nos atenaza y en ocasiones ?nos gana? y nos arrebata la paz y la alegría. La valentía de corazón, la fortaleza, son fruto de esperar en el Señor.

El Papa Francisco nos decía en una Audiencia del 20-VIII-2020: ?La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades. Son muchos los difuntos, muchísimos los enfermos, en todos los continentes. Muchas personas y muchas familias viven un tiempo de incertidumbre, a causa de los problemas socioeconómicos, que afectan especialmente a los más pobres. Por eso debemos tener bien fija nuestra mirada en Jesús (cfr. Hb 12, 2) y con esta fe abrazar la esperanza del Reino de Dios que Jesús mismo nos da (cfr. Mc 1,5; Mt 4,17). En un momento como este, con la pandemia del coronavirus, es posible aún vivir, alegres en la esperanza. El Espíritu Santo nos anima a ello a través de las palabras de San Pablo: ?Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración? (Rm 12, 12) El fundamento de la alegría está en la esperanza y una esperanza que no defrauda, que nos recuerda que hemos sido creados para la gloria, una esperanza fiable, que nos permite afrontar nuestro presente, aunque sea un presente difícil (cf. Benedicto XVI, Encíclica Spes salvi, 1)

El fundamento de la alegría a que se refiere San Pablo no es la ausencia de dificultades, por ello nos exhorta a mantenernos fuertes y sin desanimarnos, precisamente, ante la tribulación y nos da un medio para poder vivir así: asiduos en la oración. Este. Es el camino que hemos de recorrer ahora. En estos momentos difíciles para todos hemos de volver nuestra mirada a Cristo que ha vencido todo sufrimiento desde su raíz. No suprime el sufrimiento, pero nos permite vivirlo sin ser derrotados. ?Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito? (Benedicto XVI, Encíclica Spes salvi 37). Por ello quienes hemos sido alcanzados por Cristo tenemos la dicha y la responsabilidad de ser portadores de esperanza para quienes viven sin ella, y desorientados como los hombres que viven en la oscuridad y sin esperanza, ganados por el temor (cf. 1 Ts 4, 13). Igual que la para los primeros cristianos la fe en Dios no era algo meramente intelectual, sino ante todo Dios era Alguien realmente presente en su corazón. Nosotros hemos de hacer de nuevo esta experiencia. Con la fe hemos recibido la esperanza, una esperanza que ?no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado? (Rm 5,5).

María, esperanza nuestra, ayúdanos a mantenernos firmes en la esperanza.

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